
Se me escurrió entre los dedos. Estaba ácida o amarga (nunca supe la diferencia entre ambas) pero seguí bebiendo a pesar de todo. Otras veces me sabía dulce. Pero no podía dejar de beber.
Algunas veces la sentía pesada como una losa, otras liviana como las plumas, como el aire. A veces llena, otras vacía.
Ultimamente me sabe naranja.