No me preguntes dónde se ha ido no sé quién, ni qué va a hacer ni lo que han dicho no sé cuántos. No me interesa. Si quieres saber dónde se ha ido, llámale y pregúntaselo pero no fomentes el morbete que puede causar dolor, no intentes sacarme información para pregonarla a bombo y platillo por el mundo, aun a riesgo de dañar al interesado. Aun a riesgo no: incluso tratando de, que es peor. Si no tienes ningún otro aliciente en tu vida para llenarla, búscalo en otra parte o haz lo que quieras pero no la llenes de chismes ajenos, de cuchicheos, de comentarios a sus espaldas...
Llena tu vida como puedas, y si no sabes con qué, entonces lloraré por tí, por tu inmensa vacuidad pero no me preguntes. No me preguntes nada más.